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1001 Videojuegos que debes jugar: Baldur's Gate 1

1001 Videojuegos que debes jugar: Baldur’s Gate

Cuando uno empieza una conversación sobre videojuegos de rol occidental, tarde o temprano aparece Baldur’s Gate. También suele hacerlo cuando alguien quiere mandarle un palo a Bioware y recordarle que ya no mola y antes sí, pero eso es otra cuestión. Lo importante es que, tras aparecer en 1998, se convirtió en el referente de los siguientes títulos, en la vara de medir con la que era inevitable compararse y, la mayoría de casos, fracasar.

¿Por qué lo hizo? Al fin y al cabo, hitos del rol clásico como la saga Fallout (por hablar de perspectiva isométrica y no primera persona) habían aparecido ya. Básicamente por dos cosas: el Infinity Engine y la licencia D&D. Si no sabes lo que es Dungeons & Dragons y lo que ha significado para los juegos de rol, te felicito: por fin has escapado de la cueva en la que llevas cuarenta años preso. Pero soy bueno y te lo explico un poco:

Un par de frikis, aburridos de jugar a wargames y comer ganchitos en el garaje de uno de ellos, decidieron que querían más inmersión y vivir aventuras con sus figuritas. Les asignaron roles distintos a cada una de ellas, se fliparon con la fantasía medieval y…¡voilà! Ahí tenéis el primer juego de rol de la historia, nacido de los ganchitos y los mentes de Gary Gigax (DEP) y Dave Arneson. Vamos, que si ahora te vas morreando por la galaxia con alienígenas azules y enfadando porque no te gusta el final del juego, se lo debes a esos señores. Es tan importante la marca D&D que, incluso a día de hoy, es de las pocas que sobrevive con solvencia dentro del erial económico por el que pasan los juegos de rol tradicionales.

Ahora imagina: coges la marca en pleno apogeo de popularidad y ventas y la trasladas a los ordenadores, como si ahora hicieras un simulador de degradación con Miley Cirus. BOOM. Ahí tienes a Baldur’s Gate, el primer juego de BioWare si no tenemos en cuenta el infame Shattered Steel. Llegaban para petarlo muy fuerte.

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Pero espera: ¡ya había cientos de millones de juegos de D&D antes que Baldur’s Gate! Lo sé, lo sé. La diferencia con respecto a ellos está en algo fundamental: el título recrea a la perfección la sensación de estar jugando una partida, con un detalle que hasta entonces no se había alcanzado. Aunque hay una trama lineal, ya desde el principio el jugador puede ir a donde le dé la gana, hacer lo que le dé la gana y pasar las horas muertas haciendo la inmensa cantidad de misiones secundarias que el juego le da, visitando un montón de poblados e interactuando con muchísimos personajes distintos. Igualito que una partida de rol clásico en la que los jugadores se empeñan en pasar de todo lo que les lanza el dungeon master y de la trama que ha preparado para ellos.

Sus creadores también fueron inteligentes a la hora de elaborar la trama del juego, entroncándola con la metatrama y sucesos de uno de los universos más populares de D&D: Reinos Olvidados, con su Drizzt Do’Urden y demás. Ahora no sólo trasladas de manera fidedigna los sistemas de D&D, sino que encima le das a los lectores de los infinitos libros de Reinos Olvidados un motivo más para comprar tu juego. Era imposible no ganar.

Por lo que digo para explicar el éxito del juego podría parecer que estoy hablando de él como una inmensa idea de marketing, pero nada más alejado a la realidad. El juego es inmenso, divertidísimo, desafiante y eterno. Te da cientos de cosas que hacer y te consigue atrapar con una trama que, aún no siendo de las mejores en el género, sabe esculpir un puñado de personajes carismáticos, un antagonista de leyenda y un afán grandísimo de resolución. Con el típico inicio de muchos juegos sabe enganchar, picar al jugador y obligarle a buscar la venganza y una verdad, con revelación final brutal, que acabó convirtiéndose en un clásico en futuros juegos de BioWare (Jade Empire, Knights of the Old Republic…)

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Decía que parte de la culpa de que sea tan buen émulo de las sesiones de rol clásico está en el Infinity Engine. Diseñado por la propia BioWare (luego lo licenciarían para Black Isle y de ahí saldrá Planescape: Torment, poquísima broma).

Lo interesante del motor es la carga de operaciones que soporta, además de ese acabado gráfico que es pura gloria isométrica, con escenarios prerrenderizados. Durante el juego, opera con los comandos de los seis miembros del grupo y los enemigos, permitiendo pausar el juego a cada momento para elegir la táctica que vas a tomar. Por turnos, sí, pero sin más parones que los que elija el jugador, haciendo de los combates algo más fluido y tremendamente divertido. Eso sí, con una dificultad que puede llegar a desesperar, especialmente en los enfrentamientos contra los enemigos secretos y poderosísimos que podremos encontrar.

Pero no todo son los combates, y la narrativa está a la altura. Decía que la trama principal no es algo que destaque especialmente (salvo la revelación final), pero la escritura es muy buena, con un tono a medio camino entre lo épico y lo cómico

Rematan el guión unas conversaciones memorables, especialmente en algunas misiones secundarias y en las charlas con los acompañantes (algo que se convertiría en marca de la casa en los futuros juegos de BioWare). Incluso algunas de las expresiones que gritan al enfrentarse a los enemigos acabarán resonando en tu cabeza.

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Se puede decir con más palabras y dando mil vueltas más, pero es tan sencillo como esto: Baldur’s Gate consigue ser, en su época y junto a Fallout, lo más parecido que ha habido hasta entonces a un juego de rol clásico. Ahí radican su enorme éxito y su valía como videojuego, en que todo (licencia D&D y motor) está puesto al servicio de darle al jugador una experiencia muy similar a la que podría vivir tirando dados en una mesa con los amigos, sin necesidad de más gente.

Tan bien lo hizo, que a día de hoy nos intentan vender títulos del mismo tipo como “sucesor espiritual de Baldur’s Gate” (Dragon Age: Origins) o “videojuego estilo Infinity Engine” (Project Eternity, Inquisitor, Torment: Tides of Numenera…), porque sentó las bases de cómo ha de ser un título de estas características, como debe acercarse a la excelencia. Y de paso, generó ese infinito crédito que tanto tiempo le ha durado a BioWare.

Por lo pronto, todos los intentos que ha habido de emularlo no han llegado a su nivel (pongamos a Planescape: Torment en otra categoría, porque sí lo supera) salvo en su secuela. Es aún mejor, puliendo la narración aún más, con un mapa mucho más grande y un mejor antagonista. Inauguró la tradición de BioWare de introducir romance en sus títulos, mejoró sus diálogos y se atrevió a tocar algunos temas más escabrosos que su predecesor. Hasta ahora, ha sido el único título capaz de desbancarlo.

Las capturas del juego son de la Enhanced Edition (2012), que permite jugar con mayor resolución y retoca el interfaz. Se han elegido por un tema de tamaño y siguen siendo representativas del juego. Dicha edición añade, además, tres personajes adicionales y varias misiones. No hace nada que no se pueda hacer con mods, así que sólo está recomendada para quien no se quiera matar en usarlos o le interesen los personajes adicionales.