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1001 Videojuegos que debes jugar: Machinarium

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Machinarium es el perfecto ejemplo de esos juegos llevados a cabo con pocos recursos pero muchas ideas. Su desarrollo corrió a cargo del estudio checo Amanita Desing, creadores de los más que interesantes Samorost (el primero aparecido en el ya lejano 2.003) e integrado únicamente por siete personas, que financiaron la totalidad del juego con sus propios ahorros durante los tres años que duró el proyecto (el juego fue lanzado en Octubre de 2009), sumando un coste total de únicamente 2.500 dólares. Sin embargo su puntuación media en webs como Metacritic o Game Rankings es muy superior a la de juegos más de 10.000 (sí, diez mil) veces más caros. Veamos por qué.

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Una nueva forma de contar una historia:

Machinarium cuenta la historia de un pequeño robot que un día aparece en un desguace. El primer cometido del jugador será recomponer sus piezas para así poder avanzar sin saber en un principio porqué. El juego empieza de este modo, sin introducciones en video de ningún tipo ni apenas tutoriales salvo alguna pequeña indicación en pantalla al principio (sin traducir al español, por cierto, aunque en este caso no tiene demasiada gravedad ya que esa es toda la letra que encontraremos en Machinarium). Conforme avanzamos comenzamos a descubrir la historia, que se nos presenta desde un primer momento como la búsqueda de la amada del protagonista. Dicha historia se nos narra de un modo muy peculiar: mediante los recuerdos del robot, que aparecen representados gráficamente en bocadillos al ser evocados por sucesos del entorno. Esto llama la atención de una de las características más originales de Machinarium: la total ausencia de diálogos hablados o escritos. Los personajes se comunican mediante bocadillos tipo cómic con imágenes o vídeos, y esto resulta más que suficiente para que el jugador comprenda el argumento. Esto es posible en parte gracias a la simplicidad de dicho argumento. Es obvio que esta simplicidad es pretendida, pero eso no quita que no echemos de menos algún giro de la trama o algo más de complejidad por parte de la misma. Sin embargo gracias a esto se consigue sin problemas lo que se busca: las complicidad del jugador con el protagonista, el identificarse con él y que su odisea nos resulte cercana y familiar pese a lo teóricamente distinto que es su mundo del nuestro. Se trata de un juego que consigue transmitir y producir emociones gracias a imágenes y animaciones, lo cual tiene mucho mérito y, en la humilde opinión de este redactor, es el camino a seguir para que los videojuegos encuentren y manifiesten su propio lenguaje, entre los diálogos estáticos sin interacción o secuencias de video pregrabadas (lo que hay que hacer evolucionar) y la narrativa integrada en la propia jugabilidad (el objetivo a alcanzar).

No podemos cerrar este apartado sin mencionar el genial sentido del humor del que hace gala el juego, en la línea de la obra de Pixar o la saga Oddworld (cuya influencia parece haber sido importante en Machinarium, tal y como remarcaremos cuando hablemos del apartado visual). Este no es un juego que busque la carcajada rápida o el chiste directo sino que nos hará sonreír por la naturaleza de las situaciones, los gestos del protagonista o la pura ironía. No es un juego del que vayamos a recordar situaciones concretas por lo desternillantes que hayan resultado pero sí es un juego que nos mantendrá toda la partida de buen humor, con una sonrisa en los labios (excepto quizás cuando nos atasquemos en algún puzle).
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Arte y gráficos:

Machinarium es un juego atípico y original a muchos niveles, pero sin duda el que más destaca es el apartado visual. Nos encontramos con un juego en el que todos los elementos que aparecen en pantalla, desde personajes hasta escenarios pasando por ítems (objetos) han sido dibujados a mano y trasladados directamente a la pantalla de nuestros ordenadores sin variaciones. Por tanto no nos encontramos ante un juego cuyo apartado gráfico deba o pueda ser juzgado por el foto realismo de los escenarios, la fidelidad de las animaciones, complejos motores gráficos o avanzados sistemas de iluminación. Simplemente debemos observar el estilo de los dibujos y decidir si nos gusta (algo totalmente subjetivo). Sin embargo, nos guste o no (y creo que serán pocos aquellos a quienes no les guste), es indudable que nos encontramos ante creaciones de una calidad elevadísima, con un ingenio en los diseños impresionante, donde cada escenario quedará grabado a fuego en la memoria del jugador por lo evocador que resulta, tan imaginativo como creíble,  donde cada personaje tiene vida propia incluso antes de echar a andar. Definir este estilo es complicado, sobre todo dados los pobres conocimientos de arte de este humilde redactor, pero podríamos decir que está a medio camino entre la obra de Salvador Dalí y las películas de animación producidas por Tim Burton Número 9 (2009, Shane Acker) y Pesadilla antes de Navidad (1993, Henry Selick). El diseño de los personajes, especialmente el del protagonista, recuerda al de Wall•E (2008, Andrew Stanton) aunque con un aire más oscuro, así como el decrépito mundo recuerda a la clásica saga de videojuegos Oddworld, creada por el estudio Oddworld Inhabitants y dirigida por Lorne Larning. Pero debemos remarcar que la técnica para dar vida y alma a Machinarium es el dibujo realizado a mano, a diferencia de las referencias citadas, y que merece la pena jugar a este juego simplemente por contemplar la calidad de las ilustraciones que lo conforman, así de simple.

Sin embargo debemos hacer dos pequeñas críticas que empañan ligeramente el apartado visual. En primer lugar, que al estar el juego programado en flash, al hacer click con el botón derecho de nuestro ratón en la pantalla aparece el menú que se despliega al realizar dicha acción en el escritorio de Windows (al menos en este sistema operativo, que es el que se utilizó para esta review), lo cual resulta un poco molesto. En segundo lugar, los bordes negros de la pantalla, que impiden ver el juego a pantalla completa total, lo cual, de nuevo, incomoda un poco. Sin embargo no son más que dos pequeñas gotas de agua en un inmenso mar de virtudes.

¿Cómo suena Machinarium?

El apartado sonoro es otro de los que destaca por méritos propios en este juego. Como hemos dicho antes se trata de un juego mudo, por lo que no escucharemos voces de ningún tipo. Así mismo los efectos sonoros son buenos, con algún sonido bastante simpático, pero pasando un poco desapercibidos el resto del tiempo. El protagonismo aquí es para la música. La banda sonora de este juego es una de las mejores que un servidor ha escuchado en mucho tiempo, con melodías electrónicas de diversos estilos, desde el electro más experimental al jazz y la bossa nova. A menudo querrás quedarte en una estancia para escuchar la música que en ella suena. Aquí otro pequeño “pero” para el juego: algunas pantallas contiguas tienen melodías demasiado contrastadas entre sí, lo que genera una sensación de “choque” sonoro. Sin embargo esto tiene solución, ya que dicha banda sonora puede ser adquirida por separado del juego para ser disfrutada en cualquier momento y lugar, lo cual recomiendo muy encarecidamente; vale la pena.
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Jugando:

Pasemos a lo más importante: ¿cómo se juega a Machinarium? Como hemos dicho antes esta es una aventura gráfica que emplea la clásica mecánica del point & click. Sin embargo innova en esta fórmula llevándola un poco más allá. Es habitual cuando nos atascamos en un juego de este tipo empezar a mover el cursor por la pantalla en busca de algo con lo que interactuar. Sin embargo aquí no nos servirá de nada dado que sólo podemos interactuar con aquello que se halle al alcance de nuestras metálicas manos, por así decirlo. De modo que para coger un objeto, por ejemplo, debemos estar cerca de él. Sin embargo el juego no se queda ahí, ya que nuestro protagonista podrá encogerse o estirarse a voluntad para así pasar por lugares más bajos o alcanzar cosas más altas, lo cual triplica nuestras posibilidades y las del propio juego. Se trata de una idea simple pero muy bien ejecutada que da al juego un toque distintivo (otro más). Por otra parte, cada vez que recojamos un objeto nuestro protagonista lo engullirá como un niño a una Oreo y éste quedará almacenado en un sencillo inventario en el que podremos fusionar dichos objetos entre sí. No busquéis más complejidad en la jugabilidad porque no la hay.

El hecho de disponer de un sistema de juego tan simple puede conducir a la obra al triunfo o al fracaso en función de sus puzles, y podemos decir que los de Machinarium son muy buenos. Los encontraremos de varios tipos, pero en su mayoría priman aquellos que se resuelven con el uso de la lógica. Debemos advertir de que la dificultad de estos puzles, en los que se sustenta todo el avance en el juego, es muy elevada. Seguramente conscientes de ello, los diseñadores han añadido dos sistemas de ayuda. Por un lado, un botón en forma de bombilla en la interfaz (que se oculta cuando no la necesitamos) hace que del protagonista surja un bocadillo con una idea (una por pantalla) que nos puede resultar de utilidad o no. Si con esto no conseguimos salir del atolladero podemos recurrir a una segunda opción: un mini juego en el que debemos guiar una llave que dispara (sí, una llave que dispara) por un camino con obstáculos y enemigos hasta llegar a una cerradura. Una vez conseguido esto desbloquearemos un mini cómic que nos explicará, viñeta a viñeta, lo que debemos hacer para progresar. No es que este sistema sea el colmo de la diversión (de hecho es bastante aburrido, lo cual también garantiza que recurramos menos a las ayudas) pero sí es original, y nadie está obligado a utilizarlo, con lo cual no resulta intrusivo.

Éste no es el único mini juego que nos encontraremos, sino que hay otros, los cuales sí es necesario superar para progresar, bastante o muy complicados y en los que no hay ayuda posible. Hay desde un Space Invaders hasta un 5 en raya, y, aunque no son demasiado originales, sí están muy bien integrados en el mundo del juego y ayudan a aportar algo de variedad al desarrollo.

Como apunte negativo debemos señalar que algunos puzles, si bien son una minoría, son demasiado retorcidos, o bien por su dificultad o bien por no recurrir demasiado a la lógica para su resolución, aunque seguramente también habrá quien considere esto como una virtud.
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Como apunte final debemos señalar el que seguramente sea el mayor lastre de Machinarium: su duración. Si bien es cierto que ésta depende sobremanera de la habilidad del jugador y de si nos atascamos demasiado en algún puzle, es innegable que se trata de un título demasiado corto en comparación con el que suele ser el estándar de su género. Podríamos decir que una primera partida durará de media entre 4 y 5 horas, descendiendo hasta menos de la mitad si somos muy hábiles o ya hemos completado el juego con anterioridad. Así mismo debemos advertir que no invita demasiado a ser rejugado: en la primera partida lo ves todo.

Conclusiones:  

Machinarium es una de las mejores y más frescas aventuras gráficas de los últimos años. Su novedoso planteamiento y su sensacional apartado artístico, tanto sonoro como visual, garantizan una gran experiencia tanto a los amantes del género como a aquellos que se quieran iniciar en él. Acompañado esto de un gran sistema jugable que consigue innovar en uno de los géneros más antiguos como hacía mucho, muchísimo, que no se veía (teniendo en cuenta que la aventura gráfica es un género muy estanco en su sistema jugable). Es innegable que Machinarium tiene sus defectos, en especial su brevedad, y que a muchos puede echar para atrás su pausado desarrollo o su elevada dificultad, pero creemos que estos problemas o inconvenientes se ven empequeñecidos todavía más por las muchas virtudes con que cuenta el juego. Con lo cual no nos queda más que recomendarlo encarecidamente.